Son casi las diez de la noche y en la gran ciudad,
mi soledad es sonora.
Está llena del sonido de las calles,
del recuerdo de tu voz.
También mi
soledad está llena de imágenes,
de las fotos en las que sales, de tu
sonrisa,
de las veces en que te miro y
hay una tristeza escondida tras
tus ojos.
El día acaba y es testigo de mis idas y venidas,
de mis subidas
y bajadas por el contínuo devenir de las horas.
También es el que
conoce cómo te recuerdo en la oficina,
en la casa, en las avenidas
llenas de gente, al leer un poema, al escribirlo
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