El río fluye y nadie lo empuja.
El sol se pone y nadie lo obliga a desaparecer
entre las montañas
o detrás de la delgada línea del horizonte.
La
lluvia cae y no podemos decirle a las gotas que se detengan.
El tiempo
pasa y no podemos pararlo.
El amor continúa e intentamos cultivarlo
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