viernes, 14 de junio de 2013

Malhechores y buenas gentes

En esta ciudad donde nadie conoce a nadie,
es normal comprobar
que hay malhechores
a los que se divisa a la legua,
y hay buenas gentes
con las que merece la pena conversar.
Nadie es mejor que nadie,
pero hay seres inmundos,
auténticas ratas de cloaca,
que huelen a cañería maloliente,

porque sus sentimientos son de
compra y venta,
porque sus almas las adquirió hace tiempo
algún diablo.
Luego hay personas hermosas,
de mirada transparente
y dulces
como las naranjas,
con las que uno estaría tardes enteras
hablando de la crecida de los ríos,
o del color añil de las noches en Granada.

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