lunes, 3 de junio de 2013

Los rigores y la madrugada

Comprendo que la vida
a veces
propone sus rigores.
Comprendo y organizo
mis escasas ideas al respecto.
La infancia es la patria
de las mujeres y hombres futuros.
Hay que protegerla como si
se tratara
del último castillo
que resiste
la invasión de un ejército enemigo.
Pero nadie habla
de olvidar
esta obligación contraída
de buena gana,
nadie habla de dejar
de lado
la defensa del fortín.
Yo hablo, sin más preámbulos,
de la madrugada.
De esa tierra sin dueño,
donde habitan el delirio,
el suspiro y el deseo.
Donde también camina
la alegría
de manera pausada,
al encuentro de tu mirada.
No te busco
pero a menudo te encuentro.
Es más,
la madrugada es
un lugar
donde las cosas suceden en paz y armonía,
y me gustaría que fuésemos los dos
allí, y nos abrazáramos.
Tal vez surja la magia.
 

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