Las alamedas volverán.
Como vuelven los desiertos del alma,
como vuelven
las estaciones de paso,
como vuelve el transbordo
en una línea del ferrocarril.
Y regresarán, sí.
A esta patria a medias
entre el deseo y la realidad,
entre la profundidad de un lago
y el certero asfalto.
Las alamedas
se transformarán
en el paraíso
que cabe en la palma
de la mano
que pertenece a
nuestro ser amado
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