La tarde se viste de esperanza porque ahí estás tú.
Colecciono instantes a tu lado.
Son piezas de un museo
personal y clandestino.
No hace falta que me hables,
ni siquiera que me mires.
La tarde con su traje de esperanza
ya construye el discurso
sin palabras,
y sin miradas.
¡Qué bonito
es saber
que estás ahí,
al otro lado!
¡Qué hermosa
es la tarde
vestida de esperanza
contigo a mi lado!
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