Todos hieren. Sí, es cierto.
Pero algunos más que otros, y algunos con mayor crueldad que otros.
Unos hieren por inercia, porque no saben actuar de otra manera,
porque se sienten atacados, porque su parcela no está a salvo
del invasor enemigo...
Otros hieren por cobardía, porque este impulso les da fuerza,
porque el oxígeno que tienen en sus pulmones
parece dióxido de carbono
sacado del tubo de escape
de un coche cualquiera.
Pregúntele al escorpión
por qué inyecta su veneno fulminante en su
antagonista,
pregúntele a la araña que
coloca su líquido defensivo a partir de sus tentáculos
en el cuerpo del rival.
Compréndalo,
el veneno es una cuestión de supervivencia,
un afán de conservación,
un egoísmo inherente a los seres vivos.
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