viernes, 22 de marzo de 2013

Puse tu nombre en un árbol

Hoy por casualidad o por azar,
no sé si por un error mágico,
llegué al árbol donde coloqué
tiempo ha, tu nombre.
La verdad es que aún se aprecía
en letras gigantescas.
Alrededor de él,
un corazón lo cubre
y lo abraza.
Ahí queda intacto
y majestuoso.
Todavía te pienso
como en aquel entonces.

Siento nostalgia de tu
voz,
y de esa sonrisa
tuya.
No quiero entrar en demasía
en las razones que nos distanciaron.
Hay gentes que
cada día se afanan
en poner un ladrillo más
en ese muro, a priori, infranqueable.
Él y yo no éramos ni somos
compatibles, pero...
¿era o es eso estrictamente
necesario?
Para mí, no lo es tanto.
Cuando te evoco,
o te invoco,
él no está presente,
eres tú la reina
y nada más.

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