Nadie quiere quebrar los recuerdos ajenos,
ni siquiera aplastarlos
como si fueran hojas
secas de otoño tardío.
Es más, los recuerdos se
deben dejar así en su estantería
colocados y quitarles de vez en cuando
el polvo de la desmemoria.
Lo que yo pretendo no es estropear la historia de otros
sino construir la mía propia y si es contigo, mucho mejor.
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