De Federico Garcia Lorca, el poema "Río Genil": Las alamedas se van, pero dejan su reflejo. (¡Oh qué bello momento) Las alamedas se van, pero nos dejan el viento. El viento está amortajado a lo largo, bajo el cielo. (¡Oh qué triste momento!) Pero ha dejado flotando, sobre los ríos, sus ecos. El mundo de las luciérnagas ha invadido mis recuerdos. (¡Oh qué bello momento!) Y un corazón diminuto me va brotando en los dedos.
miércoles, 16 de enero de 2013
Los amantes cómplices
Sin ser vistos... se miran de reojo.
Son pareja de cartas y
guardan
entre ellos
un silencioso pacto,
un inquebrantable acuerdo,
y yo digo, qué lindo.
Lo que ocurre es que esos
amantes cómplices
tienen miedo.
Miedo al qué dirán,
a las represalias
de sus respectivas parejas,
miedo al entramado de la sociedad
de moral y costumbres
que castiga al amor libre
y prefiere el baile del amor encadenado.
Ese de los domingos con la familia,
el ritual de vestir a los niños iguales.
Con un brinco elitista, habría que decir:
¡Qué escarnio! ¡Qué embrollo!
Pero nada de eso,
los amantes cómplices se esconden
porque ser vistos sería un problema.
Y yo les digo ...
que lo disfruten,
a sabiendas de que ella sigue siendo mi amor,
estrella en enero en el universo posible.
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