sonrisa, pues era uno de los ídolos locales.
Era un delantero centro rompedor, hasta que un defensor asesino rival le rompió el femur en dos piezas y ahí terminó su carrera profesional.
Abandonó los campos deportivos y se le veía cojeando y con muletas por el mercado y por las escalinatas de su barrio cuya perspectiva recordaba a una gran montaña de adobe.
Rashid abandonó el futbol pero lo que nunca pudo abandonar fueron los recuerdos de aquellas tardes de futbol y gloria, porque le servían como trampolín para afrontar su denostada existencia.
Era un delantero centro rompedor, hasta que un defensor asesino rival le rompió el femur en dos piezas y ahí terminó su carrera profesional.
Abandonó los campos deportivos y se le veía cojeando y con muletas por el mercado y por las escalinatas de su barrio cuya perspectiva recordaba a una gran montaña de adobe.
Rashid abandonó el futbol pero lo que nunca pudo abandonar fueron los recuerdos de aquellas tardes de futbol y gloria, porque le servían como trampolín para afrontar su denostada existencia.
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